Desde 1996
año en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declarara los días 16
de Noviembre como “Día Internacional para la Tolerancia”, se hace mención a
esta palabra, que es más fácil de pronunciar que de dimensionar su verdadero
significado y menos aún la importancia de ponerla en práctica en todos los
aspectos de nuestra vida.
La palabra tolerancia
viene del término latín tolerare (sostener, soportar). En la Real Academia Española
(RAE) amplían su significado como el respeto a las ideas, creencias o prácticas
de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. No hay tolerancia
sin respeto, ambos se validan y se refuerzan.
Es decir que
cuando estamos frente a un tema, persona o posición con la que no concordamos, no
necesariamente tenemos que aplaudirla, pero sí podemos escuchar, conocer su
posición y basados en el respeto mutuo aceptar su libre expresión.
La Tolerancia
es un valor que debería crecer al ritmo que la modernidad nos involucra más
activamente en la globalización, pero paradójicamente no siempre es así. Al
vivir más involucrados en la tecnología, inmersos en la web cual si fuera un mundo
paralelo donde podemos adoptar la posición y la personalidad que mejor nos
conforme, buscamos espacio para expresarnos donde nos sabemos aceptados, porque
aquí en la cotidianeidad no es así.
Andamos en
la ciega búsqueda de un reconocimiento social que muchas veces se logra dejando
a un lado a la familia, los hijos, los valores e incluso lamentablemente las
propios ideales.
Basta ver el
incremento exagerado del bullying en las escuelas, la sobrevalorización del
dinero y la tecnología como un medio para pertenecer a una sociedad que nos
marca cada vez más irreales los estándares de aceptación.
Entre los
escolares la tolerancia es bastante difícil de promover, pues la gran mayoría son
tratados en el seno familiar con un marcada reiteración de que son los únicos,
lo más valioso del mundo, los “reyes” de mamá y papá, que todo merecen y en
donde se toman sus opiniones como verdaderos decretos y al llegar a un entorno
donde “todos son reyes”, quieren seguir siendo tratados del mismo modo que en
casa por propios y extraños sin importar el lugar en que estén mostrando así
una evidente falta de tolerancia.
Si bien es
labor del docente promover la aceptación y la pluralidad entre sus educandos, es
en el seno familiar donde se aprende la tolerancia.
Tolerar es sinónimo de respetar, de ser
pacientes más no complacientes. La diversidad de posturas, creencias y
personalidades le da sentido a nuestro diario vivir.
Tolerar no
es hacer el favor de dejar pasar. Todos tenemos derecho a expresar nuestras
diferencias sin rebasar el límite de las reglas generales para la sana
convivencia.
Del mismo
modo que los colores son tan diferentes unos a otros, y que su mezcla permite
tonalidades hermosas y diversas. La comprensión, convivencia y aceptación de
nuestra diversidad nos puede mostrar bellas maneras de comprender la vida y
descubrir en nuestro entorno valores y dichas hasta hoy desconocidas.
Hoy te
invito a darte la oportunidad de conocer las diferencias de otros y reconocer
que aún sin estar de acuerdo se puede coexistir y compartir en un ambiente
saludable.
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