viernes, 16 de diciembre de 2011

Porque te amo

Carta para Daniel:
16 de Diciembre de 2011

Hoy recuerdo feliz aquella noche:


Son las 10:30 de la noche, es un viernes húmedo y frío porque amenaza con llover en un rato más y mientras hacemos sobremesa de la cena recién compartida con tus abuelitos, observo que mientras te acaricio a través de mi piel, la barriga se pone picuda y endurece, y pienso que ya es tarde y estás de jueguetón, te doy unas palmaditas como pidiendote que te duermas porque ya estoy cansada y quiero ir a la cama, pero el movimiento no cesa y al contrario se vuelve más seguido.
Entonces le comento a tu abuela lo que siento y en seguida toma su reloj y comienza a contar, sin dudarlo me dice ¡estás teniendo contracciones, se me hace que ya quiere nacer!  y acto seguido  fuimos al hospital. Lo que siguio fueron horas de completa tranquilidad no tuve ninguna molestia y pude dormir durante la noche y al amanecer del sábado estabas dando tu primer respiro, seguido de un llanto fuerte, ronquito y agudo al mismo tiempo, me encantó escucharte! te oías fuerte y entonces no lo sabía pero ese era un signo que te distinguiría tu fortaleza! Recuerdo que te acercaron a mi y no pude acariciarte pero sentí una emoción enorme al verte, una mezcla entre amor, emoción y mucho, mucho temor de enfrentarnos desde ese momento a la vida, juntos tu y yo.


Hoy hace 11 años de ese momento faltan tan sólo unas horas para que sea la misma hora que naciste hace más de una década, éste año no será sábado, pero es un día igual de feliz. Te escribo porque te amo y quiero asegurarme que mañana a la vuelta de los años me vas a leer y sabrás el orgullo que siento de ti porque estoy convencida que mi vida antes de ti, era bonita  pero ahora que estamos juntos no sólo lo es, ahora tiene sentido, esperanza, amor, alegría y sobre todo enseñanzas, tu presencia en mi vida me permite ver en que los sucesos que viví antes de ti eran sólo una preparación para tu llegada, todo tiene sentido con tu existencia. 

Daniel, eres muy joven aún y te falta tanto por ver, por conocer, quiero estar presente contigo a tu lado guiando cada uno de tus pasos hasta que llegues al comienzo de la escalera desde donde yo te soltaré la mano y te veré subir, como alguien seguro, con valentía y con la frente en alto, feliz de hacer tu propio camino y ¿porqué no? quizá tomar la mano de alguien más para ayudar y guiar como yo lo hice contigo alguna vez. 


Que sepas cuanto amo ver tu sonrisa y escucharte reir, que tu alegría me contagia, que amo ver cuan feliz haces a mis padres cuando los abrazas y les cuentas tus avances, amo la inocencia de tu pensar, el candor de tu corazón y la fiereza con que defiendes tus ideales, amo que seas libre de prejuicios y que estés al pendiente de lo que me pasa.

Hace 10 años cuando me dijeron que tenías síndrome de Williams, me llene de temor de no saber como explicarte como es la vida, de no saber como guiarte, pero oh! sorpresa, has sido tú quien ha venido a darme guía y consuelo. Me has mostrado que tu no estas discapacitado, que en cambio yo, tal vez sí lo sea, pues no soy capáz de comprender tu mundo, de hacer empatía con tus ocurrencias y vivir la vida con tranquilidad y paz como lo haces tu. 

Me has enseñado que no son ustedes con Síndrome de Williams los que tienen un problema, sino somos nosotros quienes estamos alrededor los que tenemos encima la discapacidad de amar, de tolerar y respetar a los demás. 

Por eso hoy que doy gracias a Dios porque me ha permitido ser tu compañía aquí en la tierra, quiero agradecerte a tí por todos esos ratos de felicidad que me has brindado y me propongo a dejar de ser alguien con esa discapacidad y aprender de ti como lograrlo. Y si es válido pedirte perdón si te lastimo en el intento, no lo hago a propósito, simplemente intento hacerlo mejor cada día, prometo darte lo mejor de mi.


¡Feliz cumpleaños número 11 Daniel!

Con todo el amor de mi corazón: 
Vero

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por leer! ¿Qué te ha parecido? Tu comentario, es muy valioso!

Comparte el conocimiento